Primero iremos por lo mas obvio. Si no descansamos lo suficiente, a la mañana siguiente estaremos sin la energía necesaria como para empezar una rutina de ejercicios, nos sentiremos cansados y lo que menos vamos a querer es hacer ejercicios.
Por el otro lado, el cuerpo al sentirse cansado y bajo de energía, nos hará tomar malas decisiones al momento de elegir nuestros alimentos. Ese día vamos a querer alimentos ricos en energía rápida: cafeína e carbohidratos.
Lo que nos hace volver a nuestros malos hábitos rápidamente que se transforman en un círculo vicioso difícil de detener.
Segundo, la falta de sueño también es uno de los factores que más influyen en el enlentecimiento del metabolismo. Cuanto menos dormimos, más lento es este, aunque cuidemos las comidas y hagamos ejercicio.
Y por último, pero no menos importante, está la función hormonal. Existen dos hormonas, la grelina y leptina las cuales influyen en el apetito. Una le indica al cuerpo que debe comer, y la otra que ya es suficiente y puede parar, respectivamente. Con la falta de sueño, se incrementa la grelina y con ello las ganas de comer.
Es por ello que cuando dormimos poco a la mañana siguiente tenemos la sensación de hambre, la cual puede durar todo el día a pesar de comer nuestros alimentos habituales.
Un estudio midió la relación entre el IMC (Índice de Masa Corporal) y las horas dedicadas al sueño. En personas que dormían menos de 8 horas se vio que existía una relación proporcional en que a mayor IMC correspondían menos horas de sueño.
Así que a parte de una dieta saludable también debes tomar en cuenta el dormir entre 7 a 8 horas continuas como parte de tu estilo de vida para poder mantener una baja de peso continua.
